Síndrome de Disfunción Cognitiva


Un doggie mayor que muestra un cambio en el comportamiento, olvida cosas, se desorienta, duerme de día y se despierta de noche, empieza a orinar o defecar en casa, aprende cosas nuevas con dificultad, interactúa menos con su dueño, etc., no es solo mayor… Podría estar mostrando síntomas de lo que se conoce como el Alzheimer de los perros.

Síndrome de Disfunción Cognitiva, muchos lo conocen como el Alzheimer de los perros y es el responsable de los cambios muy marcados que aparecen en el comportamiento y en las capacidades cognitivas de algunos doggies de edad avanzada. Detrás de este síndrome está un intenso proceso de degeneración del sistema nervioso central que no tiene nada que ver con el deterioro cognitivo normal que experimentan muchos doggies mayores.

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En un comienzo, los cambios son "sutiles" y poco específicos y no provocan la preocupación del dueño. Nuestro doggie puede ser menos activo, jugar e interaccionar menos con su entorno social, y mostrarse más ansioso de lo que solía ser antes.

Las alteraciones más evidentes de esta enfermedad se suelen agrupar en cuatro categorías: alteración de las relaciones sociales, alteración del ciclo sueño-vigilia, desorientación, pérdida de memoria y retraso en el aprendizaje. Desde el punto de vista social, un doggie con síndrome de disfunción cognitiva suele disminuir la interacción con el dueño, está menos interesado en recibir caricias o jugar, realiza menos rituales de saludo y muestra menos entusiasmo antes de salir de paseo.

La alteración del ciclo sueño-vigilia se detecta cuando nuestro doggie se despierta por la noche y duerme más durante el día. La desorientación puede provocar que el doggie "se pierda" dentro de casa o en otro lugar familiar, deambule sin un objetivo claro, se quede "bloqueado" detrás de un objeto sin saber cómo rodear lo o pueda permanecer con la mirada fija en un determinado lugar.

La pérdida de memoria y el retraso en el aprendizaje se suelen detectar cuando el doggie deja de realizar ejercicios conocidos, empieza a orinar y/o defecar dentro de casa, no reconoce personas o mascotas que forman parte de su entorno, o le cuesta aprender cosas nuevas.

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Sin embargo, los doggies afectados no suelen mostrar todos estos síntomas sino que cada uno muestra su propio conjunto de alteraciones del comportamiento, que van empeorando con el tiempo. Los perros pueden desarrollar esta enfermedad a partir de los 7 años y según las estadísticas podría estar afectado hasta el 35% de los perros geriátricos, teniendo en cuenta que se trata de una patología infradiagnosticada.

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Esta patología no tiene cura. Sin embargo, existen varias opciones que pueden ralentizar el proceso degenerativo y que pueden mejorar la calidad de vida de nuestro doggie y aliviar la preocupación de su propietario. Se pueden administrar fármacos, nutracéuticos, dietas especiales y realizar algunas pautas, como mantener una rutina fija de comidas y paseos, evitar cambios en la casa y volver a enseñarle con paciencia y muchos premios los hábitos perdidos.

A pesar de ser simples medidas paliativas, estas opciones pueden ralentizar el curso de la enfermedad y son más efectivas cuando el problema se diagnostica en su fase inicial. Así que es muy importante que un propietario de un perro mayor que detecta un cambio en el comportamiento de su mascota consulte a su veterinario lo antes posible.


Vía Fundación Affinity


















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