Doggies menos estresados




El estrés de nuestro doggie puede estar asociado tanto a experiencias positivas como negativas, por ejemplo, activación o alegría del doggie cuando uno llega a casa, juego activo con otros doggies, ejercicio físico intenso o prolongado, exceso de ruido en el ambiente, malas experiencias con otros doggies, castigos o correcciones por parte del guía.

Un estrés puntual y de intensidad moderada no suele ser siempre perjudicial. En los momentos cuando los niveles de estrés son excesivos o reiterados, desencadenan alteraciones fisiológicas, emocionales y de conducta, tales como ansiedad, depresión, huida, agresividad... Muchas veces doggies con conductas problemáticas son víctimas de una mala gestión del estrés, lo que conlleva a comportamientos reactivos. Un tratamiento de reducción de estrés puede mejorar su calidad de vida, llegando a desaparecer en gran medida los episodios de reactividad.

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Signos de que el estrés de nuestro doggie ha comenzado a ser un problema son: gruñir cuando alguien se acerca a tocarlo, pérdida de apetito, bostezos y jadeos, pérdida de pelo, diarrea, vómitos, lamerse compulsivamente, estornudos, pupilas dilatadas, lloriqueos, vocalización excesiva, patas sudorosas, rascarse, disminución de la actividad, problemas en la piel o miedos irracionales. Estas señales no se deben tomar de manera individual, sino verlos en conjunto con otras señales que el doggie nos está enviando, para llegar a un diagnóstico y correcta terapia de reducción.

Algunas recomendaciones para reducir el estrés en nuestros doggies


1. Respetar:

    El espacio de nuestro doggie en casa y facilitar espacios activos de exploración en la          calle.

2. Entender

    Las conductas no adecuadas suelen ser consecuencias de necesidades básicas no            cubiertas (salud, sueño, nutrición, calma, seguridad, juego, vínculo...).

3. Conocer 

    El lenguaje corporal del doggie para saber cuándo está incómodo y ayudar a subsanar      la  situación.

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4. Evitar

    Situaciones conflictivas y ser un refugio seguro en situaciones en las que nuestro                doggie nos necesite

5. Cuidar 

    Nuestro lenguaje corporal y facial para no intimidar al doggie.

6. Dar mayor libertad 

    A nuestro doggie en la toma de decisiones a la hora de elegir por dónde quiere olfatear      durante su paseo explorar por diversas zonas o tener más espacios seguros en casa,        reducir el número de señales de obediencia en el paseo, pueden ser básicas como el            reconocimiento del nombre o sonidos.


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7. Manejar

    Las emociones para no contagiar a nuestro doggie nuestros nervios, enfados, estrés...        Al contrario, acaríciale suave (zooterapia). Los masajes también le gustan y le            relajan, ambos obtienen el beneficio de reducir el estrés.

8. Cuidar el vínculo 

    La relación dueño - mascota se deteriora si hay gritos, castigos, correcciones                    constantes... Un trato respetuoso y amable mantendrá las cosas ordenadas.

9. Buscar actividades 

    Las cuales ambos puedan disfrutar como ir a la playa, trecking, viajes a lugares              turísticos, etc.

La imagen puede contener: 4 personas, calzado, perro y exterior






Vía Hogarmanía




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